sábado, 5 de abril de 2008

El nacimieto de japón

La cultura japonesa, como la de casi todos los países, está plagada de complejas historias de poderosos dioses y da, en forma de mito o leyenda, una explicación concreta a su nacimiento como pueblo.

El relato de la formación del archipiélago japonés es un pasaje de gran belleza estética pero como toda buena leyenda también contiene importantes dosis de violencia y drama. La especial crudeza nipona hace que algunos de estos pasajes violentos resulten incluso desagradables y aunque hay mucha gente que prefiere obviar estas estampas no seré yo quien lo haga. Por ello, y auque es inevitable hacer un resumen de la compleja génesis japonesa dejaré tanto el lirismo como la brutalidad.

Ahora respirar hondo y leer con mucha atención tanto el texto de la narración como las anotaciones que figuran a pie de página, en este caso a pié de web ;)



IZUNAGI E IZUNAMI


En el albor de los tiempos el cielo y la tierra estaban mezclados y no había diferencia entre ellos. Formaban ambas materias una única entidad y solo cuando estos dos elementos se separaron aparecieron los dioses.

Tres de ellos se crearon a sí mismos y vivieron escondidos en el cielo. Dos más nacieron de una especie de junco gigante que surgió entre el cielo y la tierra y poco más tarde lo hicieron otros siete nuevos dioses.

Los nombres de esos primigenios dioses han caído en el olvido pero no los de Izunagi e Izanami dos de los últimos en nacer ya que estos recibieron el encargo de crear una nueva tierra. Para lograrlo Izunagi hundió su lanza (1) en el mar interior y tras removerla con violencia la sacó y cuando las gotas que su acción produjo cayeron de nuevo sobre el agua surgió Onokoro (2).





Izunagi e Izanami creando Onokoro


La nueva tierra era muy hermosa y la pareja de dioses que la había creado decidió bajar del cielo y habitar en ella. La lanza de Izunagi sirvió como puente entre el cielo y la tierra y tras descender por ella se asentaron en la isla donde llevaron una vida contemplativa.

Observando unos pajarillos Izunagi e Izanami fueron conscientes de sus diferencias y decidieron unirse para alumbrar nuevas islas y diosos y para ello creando un ritual de matrimonio. Rodearon el puente celestial en direcciones opuestas y cuando se encontraron de nuevo Izanami exclamó “Que encantador. Que suerte he tenido al encontrar un ser tan atractivo” y acto seguido hicieron el amor.

De su unión no nació una nueva isla sino un monstruoso niño sanguijuela al que horrorizados arrojaron al mar. La pareja no entendía que había pasado de modo que consultaron al resto de dioses que le dijeron que el ritual de matrimonio había fallado porque la mujer había sido la primera en hablar y esta acción era privilegio de Izunagui, el varón (3).

Repitieron el ritual hablando Izunagi primero y todo salió bien y de su unión surgieron nuevas islas y nuevos dioses como el dios del viento, el de los árboles y el de los ríos. El último en nacer fue el dios del fuego ya que su alumbramiento le costó la vida a Izanami que murió por culpa de las graves quemaduras genitales que sufrió. Mientras moría más dioses nacieron de la sangre, el vomito, la orina y los excrementos de la diosa mientras su marido, lleno de ira, decapitaba al recién nacido de cuya sangre surgieron nuevas deidades.

Izunagi viajó a Yomi, el reino de los muertos, para tratar de liberar el espíritu de su amada pero esta ya había realizado su primera comida allí y eso hacía imposible que la recuperase. Izanami no aceptaba su destino y trató de pactar su regreso al mundo con el resto de dioses pero mientras lo hacía Izunagi descubrió el cuerpo putrefacto de su esposa medio devorado por los gusanos y huyo horrorizado del lugar.

Cuando Izanami supo que su marido había dejado el lugar mandó a las brujas de Yomi para darle muerte y cuando este consiguió burlarlas fue ella misma la que trató de salir en su búsqueda. Izunagi no se lo permitió y coloco una gran roca en la salida de Yomi y la pareja se vio obligada a charlar. Fruto de una dura negociación en la que se jugó con la vida de los súbditos humanos (4) que habitaban ya las nuevas islas se llegó a un pacto que disolvió el matrimonio.

Sin la compañía de su amada izunagi no deseaba vivir en la tierra y decidió regresar al cielo pero antes de hacerlo repartió su reino entre sus hijos. A Amaterasu (literalmente Diosa de la luz) le dio el gobierno del cielo a Tsuki-yomi el de la noche y a Ame-No-Moto, también conocido como Susanoo, el de los mares.

Susanoo prefería la compañía de su madre y rechazó el encargo de su padre que furioso lo desterró.



SUSANOO Y AMATERASU


Susanoo era un ser pérfido y envidioso que no odiaba la belleza y el poder que atesoraba su hermana Amaterasu y decidió acabar con ella. Se citó con ella y aunque Amaterasu no se fiaba de su hermnano y acudió al encuentro armada con su arco y sus flechas Susanoo se comportó dulcemente y le hizo creer que la amaba.





Ame-No-Moto (también llamado Susanoo)dios de los mares


Amaterasu pidió a su hermano que le entregase su espada y la rompió en tres trozos y de cada una de las tres exhalaciones surgió un nuevo dios. Susanoo por su parte pidió a su hermana cinco collares que masticó engendrando otros tantos dioses.

Susanoo reclamó la custodia de los hijos pero Amaterasu se la negó ya que estos habían nacido de su propio aliento y sus collares. Su hermano enfurecido violó el festival dela cosecha, taponando los regadíos, derramando el arroz almacenado y defecando en el templo.

No contento con estropear los festejos Susanoo mató el ciervo más querido de su hermana y tras degollarlo lo arrojó a los pies de su hermana mientras esta y sus ayudantes bordaban (5). Amaterasu quedó tan horrorizada que huyo y se escondió en una profunda cueva que tapó con una gran piedra que solo ella podía desplazar.

Sin su gobierno sobre la luz el mundo se sumió en el caos y el resto de deidades, reunidas en consejo (6), trazaron un plan para hacerla salir de su escondite. Amaterasu era firme en sus decisiones y sabían que solo la curiosidad y los celos podrían hacerla salir y por eso decidieron montar una fiesta junto a la entrada de su econdite.

Cantaron alzando sus voces y tocaron música a gran volumen persuadiendo a la hermosa Amo-No-Uzume, diosa del alba, para que bailase. La diosa bailó animada y se dejó llevar de tal modo que ante el aplauso de todos terminó despojándose de la ropa.

Alertada por el estruendo Amaterasu corrió un poco la piedra para ver que sucedía y al contemplar como Amo-No-Uzume le robaba su puesto de “diosa más hermosa” decidió asomarse un poco más. Nada más hacerlo el dios Tajikawa la cogió del brazo y la apresó pero no usó con ella violencia alguna. Le entregaron un espejo mágico para que comprobase que ella seguía siendo la más hermosa y cuando su espíritu recobró la alegría la convencieron para que volviese a dar su luz al mundo.





Amaterasu saliendo de su cueva


Hecho esto los dioses del consejo apresaron a Susanoo y tras cortarle la barba y el bigote le arrancaron las uñas de las manos y de los pies y lo desterraron para siempre del cielo. Fue entonces cuando se convirtió en dios de los mares y cuando mató con su espada y de un solo tajo a un dragón de ocho cabezas.

El espejo se convirtió en un símbolo de poder que Amaterasu entregó junto con una joya y la espada con que Susanoo mató al dragón a Jinmutenno, uno de sus nietos. Este se convirtió así en el primer mikado, el primer emperador de nombre conocido, y de él, y sin interrupción alguna, descienden, en un camino que ya ha recorrido 2.600 años, todos los emperadores del país del sol naciente.



---------------------------------------


(1) Existen otras versiones en las que Izunagui saca Onokoro del fondo del mar usando una red de pesca. Algunas hablan de espada o de jabalina en lugar de lanza e incluso que afirman que por cada gota surgió una isla pero la que he relatado aquí es la que estimo más acertada.

(2) Japón tiene en la actualidad cerca de 3.000 islas, muchas de ellas deshabitadas, pero cuatro de ellas; Honshū, Hokkaidō, Kyūshū y Shikoku suman el 97% de la superficie total del país.

(3) Suena muy machista lo sé pero es lo que hay.

(4) Enfurecida Izanami amenazo con matar cada día a mil súbditos de su marido y este como respuesta prometió crear mil quinientos con cada nuevo amanecer. Al final se acordó igualar las cifras y eso hizo que le población quedase estable de por vida.

(5) En algunas versiones se dice que lo que hizo Susanoo fue arrojar desde el tejado un caballo degollado y que eso hizo que una de las ayudantes se pinchase y muriese y que la diosa huyese.

(6) El consejo lo formaban más de 800 deidades de las que apenas conocemos un puñado de nombres propios, los citados aquí y algunos más que no viene al caso mencionar pero que aparecerán, dios mediante, en otros relatos mitológicos que tengo pensado recoger

© Coronel Nathan Kurtz (JFM - 2008)
Probhibida la reproducción de este artículo

miércoles, 26 de diciembre de 2007

El arco japonés: El yumi

I.- Introducción.

El empleo del yumi (arco) es muy anterior al de la katana y fue precisamente su uso a caballo, disciplina conocida como kyba no michi, donde el samurai empezó a forjar su leyenda de gran guerrero.

Disparar flechas al galope puede parecer una cuestión sencilla pero, como veremos en este artículo, es una maniobra muy complicada que se ve seriamente afectada tanto por la morfología del caballo como por el diseño de la armadura. Estos dos elementos condicionaron notablemente tanto el diseño del arco como la dinámica de tiro haciendo que el estilo japonés, pese a no ser el más efectivo, sea el de mayor belleza plástica y el que más destreza requiere

II.- Un arco asimétrico y muy largo.

El arco japonés es un arma de gran tamaño, entre 215 y 245 cmts, y aunque esto ya es en si muy inusual (solo el viejo longbow ingles se acerca a estos guarismos) lo que realmente lo convierte en un arma única es su asimetría ya que la flecha no se coloca en el centro del arco sino, aproximadamente, en el primer tercio inferior de este.

El gran tamaño ayuda a que la maniobra de tensado requiera menos esfuerzo físico y eso permite al arquero armarlo con más facilidad pero sobretodo aguantar más tiempo con la flecha lista incrementando así el tiempo que puede dedicar a apuntar.

La asimetría venía impuesta por la montura ya que con su tamaño si la fechase colocase en el centro del arco el extremo inferior de este golpearía en el caballo haciendo imposible el disparo.

III.- Composición

El arco tiene una estructura laminar y aunque en un primer momento, guerras Gempei, eran fabricados con madera de árbol caduco reforzado con bambú posteriormente se uso solo este ultimo elemento tanto para la fabricación como para el refuerzo.

Las cualidades adhesivas del pegamento no eran muy buenas ni la resistencia al agua adecuadas y eso hizo que se emplease Junto de Indias y un lacado natural purificado denominado urushi que hacia que el arco pudiese resistir los embates de las duras condiciones climáticas. Pese a ello ni el arco ni las armaduras estaban diseñadas para combatir bajo la lluvia y mientras los primeros perdían tensión y eficacia las segundas, por la acción del agua en los cordajes, se volvían pesadas e incómodas.

La cuerda del arco, parte fundamental del arma, estaba fabricada con fibra vegetal, por lo general de cáñamo o ramiro, y estaba recubierta de cera natural para aumentar su resistencia y para hacerla más lisa. La tensión que producía era máxima y eso hacia que en ocasiones fuese necesaria la ayuda de varias hombres para montarlo, que no para armarlo.

El ya (flecha) era de bambú y su fabricación culminaba con la colocación de tres plumas de águila o halcón en su cola (en ocasiones se empleaban plumas de cisne o de ganso). Dichas plumas, como ocurre en otras culturas, servían para dar estabilidad al ya durante el vuelo y para ello le impriman un giro que podía ser tanto de derecha a izquierda como de izquierda a derecho. En el primer caso se considera que el ya era masculino y recibía el nombre de hayaya mientras que en el otro se estima que era femenino y se le denominaba otoya.






Samurais, a la izquierda un arquero


>IV.- La maniobra de tiro

El arquero japonés a caballo, por las limitaciones ya citadas (armadura y montura), solo podía disparar desde el lado izquierdo del caballo, de forma perpendicular a la línea de desplazamiento de este y en un arco cerrado de unos 45 grados, esto es, entre las 9 y las 11 si seguimos el código del reloj que se emplea en la orientación militar moderna.

La dinámica de tiro era única y estricta y empezaba levantando el arco por encima de la cabeza para salvar al caballo. Echo esto se comenzaba a bajarlo lentamente mientras se separaban ambas manos extendiendo la izquierda casi por completo y llevando la derecha hacia atrás hasta casi tocar la oreja momento en el que el arquero podía efectuar el tiro.

Conseguir un blanco en estas condiciones era difícil y eso hacia necesario que el arquero fuese sometido a innumerable horas de entrenamiento en las cuales se pasaba a pleno galope junto a una línea de pequeños tacos de madera redondos que ejercían como blancos. Esta práctica recibía el nombre de yabusame y ha llegado hasta nuestros días convertida en disciplina deportiva y de competición.

Tener buenos resultados en el yabusame no implicaba tener éxito en campaña ya que durante el combate además de tener que disparar sobre un blanco móvil este devuelve el fuego sobre el arquero reduciendo la concentración de este y las posibilidades de acierto.

V.- Un arma poco mortífera.

Aunque pueda parecernos un arma contundente el arco, sobretodo con el empleo de armaduras, no era un arma muy mortífera y se conservan varios relatos en los que se describen samuráis desplazándose por el terreno de batalla con más de una docena de flechas clavadas y quebradas.

Las batallas se decidían siempre en la confrontación cuerpo a cuerpo y/o a caballo empleando la katana y el tanto no obstante todas las contiendas empezaban con un intercambio de flechas en el que parte de estos proyectiles habían sido modificados para que emitiesen fuertes silbidos que tenían por objeto llamar la atención de los kamis (dioses).

El arco fue usado también con profusión por los ashigaru, tropas regulares de infantería, hasta que estos fueron dotados de arcabuces siglos después pero su técnica de disparo era muy diferente ya que sujetaban el arco horizontalmente.

VI. – El kyudo

Hoy en día existe una practica deportiva de tiro con arco denominada kyudo que pese a practicarse de pie y no a caballo puede considerarse como uno de los heredereos del arte de lucha samurái.

Se trata de una disciplina donde todo está reglado y donde cada movimiento ha sido estudiado y medido y donde nada se improvisa. Sirva como ejemplo y como cierre de este artículo el siguiente vídeo.




© Coronel Nathan Kurtz (JFM - 2007)
Probhibida la reproducción de este artículo

sábado, 20 de octubre de 2007

Haru, la de los grandes ojos

La guerra con el clan Minamoto había durado seis años y había colocado a los Takeda en una difícil situación sin embargo ver como las llamas consumían la torre principal del gran castillo del norte hacia que todos sus esfuerzos hubiesen merecido la pena.

En la gran sala principal yacía el cuerpo desbentrado del gran Kenji Minamoto que, tal como marcaba la tradición, había preferido quitarse la vida a enfrentarse con el deshonor de la derrota. Su clan había sido derrotado y la vida ya no tenía sentido para él de modo que sus últimas órdenes fueron que sus dos hijos fuesen puestos a salvo a cualquier precio.

Kenji conocía bien a Tetsuo Takeda y sabía que, tal como el mismo haría, acabaría con toda su descendencia. Un heredero, aunque solo fuese un crío, era una esperanza para los vencidos y una amenaza para los vencedores y eso era algo que ningún gran líder podía permitir.

- Aquí están mi señor – Dijo el general Kei mientras empujaba a las dos criaturas que acababan de ser capturadas en un bosque cercano hasta que estas se arrodillaron con extrema dificultad sobre la bien pulida tarima de pino.

El niño se llamaba Tenma y Kenji le calculó doce años y aunque, al igual que su hermana, tenía las manos atadas a la espalda la expresión de su rostro era altiva y su mirada desafiante.

- No hay duda de que eres un Minamoto – Dijo Kenji mientras colocaba la hoja de su katana sobre el cuello del joven para acto seguido deslizarla sobre este seccionándole la yugular con un corte limpio y profundo que le procuró una muerte rápida pero aparatosa.

- ¿Qué tenemos aquí? – Pregunto el daimio apoyando su sable, aun impregnado de sangre, bajo la barbilla de la joven Haru.

La muchacha había nacido durante el primer mes de la guerra y tenia unos bellísimos y grandes ojos color miel y fue precisamente eso lo que impidió que siguiese la misma suerte que su hermano que yacía, ya inmóvil, sobre un gran charco de sangre.

No era Tetsuo un hombre compasivo pero amaba a su mujer con locura y sabía lo mucho que ella ansiaba tener una hija. Aiko se había dedicado por entero a él y le había dado un heredero sano y fuerte sacrificando en un complicado parto la posibilidad de tener más hijos. Ella nunca decía nada, ni se quejaba, pero viendo el cariño que mostraba a las hijas del general Kei era evidente que se moría por tener una hija. Le debía eso, y mucho más, y al ver los grandes y tiernos ojos de Haru decidió que la hija de su enemigo cubriese el gran vacío que sentía su amada esposa.

Haru fue criada como si fuese la verdadera hermana de Miki Takeda y mientras este era instruido en las artes de la guerra a ella se la convirtió en una dama elegante y refinada. Aiko y Haru eran inseparables y estación tras estación la joven de los grandes ojos se convertía en un calco casi perfecto de su nueva madre.

Su caminar era elegante y sereno, su caligrafía digna de un escriba y su modo de tocar la flauta cautivadora sin embargo era una niña triste y reservada que solo mostraba apego por Aiko. Cierto es que obedecía a Tetsuo como si de su verdadero padre se tratase, y que aguantaba con estoicismo los celos de Miki, sin embargo jamás los miraba directamente y se postraba ante ellos con la sumisión de un perro clavando la mirada en el suelo hasta que estos le ordenaban que la alzase para admirar sus grandes ojos.

Unos ojos que cada año se volvían más cautivadores y de los que se decía que aquel que los miraba perdía el habla, y la voluntad, y entraba en una especie de trance del que costaba salir. El sueva color miel de sus pupilas se había tornado si cabe más intenso y aunque la muerte de Aiko, cuando ella tenia tan solo 14 años, ensombreció un poco su mirada esta no perdió un ápice de su magnetismo.

Quiso Tetsuo que al cumplir los 18 se casase Haru con Shiro, su más importante general, un hombre violento, rudo y poco refinado que le doblaba la edad y ella aceptó sumisa los deseos de su daimio y preparó el enlace con el mismo amor que pone un maestro artesano en la confección de una nueva katana.

Todo estaba preparado para la boda que tendría lugar al atardecer cuando Haru pidió a su padre que la acompañase hasta sus aposentos donde, tras pedirle que se acomodase, le sirvió sake hasta que este hizo un leve gesto que indicaba que estaba saciado.

- Para mí habéis sido como un padre y antes de abandonar vuestra casa me gustaría entregaros un presente – Dijo la joven y siguiendo una estudiada y ancestral coreografía acercó una pequeña caja de madera y tras depositarla en el suelo junto a Tetsuo la abrió para que este viese su contenido.

Se trataba de un precio tanto en cuya empuñadura destacaba, insultante, la silueta de una grácil garza. La cara de Tetsuo se contrajo furiosa al ver el viejo mon del clan Minamoto y aunque trató de levantarse furioso no lo consiguió. Haru se había movido con la rapidez de un depredador y tras coger el tanto del estuche lo había clavado hasta el mango en su costado.

El golpe fue devastador y la brillante hoja perforó el pulmón del daimio impidiendo que este gritase. El dolor era intenso pero Tetsuo era fuerte y trató de desenvainar su katana pero Haru se lo impidió colocando su mano izquierda sobre la empuñadura y retorciendo la hoja del tanto hasta que el intenso dolor hizo que su rival cayese al suelo.

La proximidad con su victima había teñido de rojo la zona pectoral de su blanco kimono y las dos estocadas que dio a Tetsuo cuando este se arrastraba hacia la salida embadurnaron su rostro y su pelo.

- Antes de que mueras quiero que veas una cosa – Dijo Haru y mientras Tetuso la miraba asustado e incrédulo desde la cálida tarima la niña de los grandes ojos corrió uno de los paneles y le mostró el cuerpo sin vida de Miki.

- Debiste matarme cuando tuviste oportunidad. Tendrías que haber acabado con la dinastía de tu enemigo tal como he hecho yo con la tuya y tu victoria hubiese sido como la mía, completa – Sentenció la bella joven mientras se inclinaba sobre Tetsuo para hundir con saña el tanto en su garganta.

Cuando se abrió la puerta del gran salón los invitdos en lugar de echar mano a sus armas retrocedieron asustados buscando la protección de las paredes. La joven Haru estaba completamente cubierta de sangre y en su mano derecha traía la cabeza de Tetsuo. Su mirada ya no era dulce sino siniestra y su rostro estaba iluminado por una amplia e inquietante sonrisa.

- He cumplido mi parte del trato. Cumple ahora tú con la tuya – Dijo Haru arrojando la cabeza de Tetsuo a los pies de Shiro.

Shiro dio un grito y un puñado de sus leales entró en la estancia y dio muerte a casi todos los ilustres invitados. El clan Takeda estaba acabado y él sería el nuevo daimio y para ello solo tendría que cumplir una promesa que le resultaba harto placentera, casarse con la joven de los ojos grandes y convertirla en la señora del nuevo clan.

“Todo me sonríe” pensó Shiro viendo crecer a su hijo sin saber que años después este le quitaría la vida con la misma saña que su madre había arrebatado la de Tetsuo. Su nombre se perdería en el tiempo como gotas de agua en la lluvia y el clan pasaría a ser el clan Minamoto. Nuevas tierra, nuevos hombres, pero la misma sangre corriendo por las venas de su líder. Una sangre que espesa y recia que convertía a una dulce muchacha de seis años en una fiera pantera que era capaz de esperar agazapada tanto tiempo como fuese necesario para cobrar su pieza. Porque lo importante no es el tiempo que tarda en llegar la victoria sino que esta sea completa.

© Coronel Nathan Kurtz (JFM - 2007)
Probhibida la reproducción de este relato

Traducciones de palabras y nombres
--------------------------------------------------

Aiko = Niña del amor
Daimio = Señor feudal
Haru = Primavera
Kei = Respetuoso
Kenji = Sano, Saludable
Miki = Tronco de árbol
Mon = Símbolo representativo de un clan
Tanto = Daga.
Tenma = Diablo delcCielo
Tetsuo = Hierro
Sake = Bebida alcohólica echa con arroz
Shiro = Color blanco

sábado, 4 de agosto de 2007

La lanza: Del naginata al yari

I.- Introducción.

Como ya dije al hablar de la katana durante mucho tiempo el peso del combate en el campo de batalla nipón recayó sobre el arco y la lanza y de hecho, cuando se veía a un samurai empuñando la espada, lo más probable es que lo hiciese porque su lanza se había quebrado. Las leyendas de samuráis cruzando sus espadas en combate son muchas y las películas que así nos lo muestran incontables pero esta estampa no responde a la realidad ya que cuando dos samuráis se enfrentaban a caballo solían usar sus lanzas y cuando lo hacían a pie recurrían al tanto (daga) ya que es el arma más útil en el cuerpo a cuerpo.

Casi todos lo textos que se pueden consultar ser refieren a la lanza japonesa con el termino genérico de yari sin embargo si queremos hablar con detalle de este tipo de arma debemos hablar de la naginata, del mochi yari y del naga e yari. Las diferencias entre esto “tipos de lanzas” son tan sutiles como importantes y aunque no resulta fácil ordenar y simplificar las explicaciones trataré de hacerlo en este modesto artículo.

II.- La Naginata

La naginata, literalmente “espada larga”, está formada por una larga hoja curva que se monta en el extremo de un resistente mango de madera. Su parecido con las alabardas chinas, en la que probablemente se inspira, es más que evidente pero su hoja es notablemente más ancha y muchísimo más pesada motivo por el cual apenas se bambolea cuando el arma es blandida.

Los primeros en usar la naginata, y aquellos con los que más claramente se vincula, fueron los Shoei (monjes guerreros) y los Yamabushi (mojes de las moantañas) que empezaron a emplearla en el siglo X. Un siglo más tarde, y ya en pleno periodo Gempei, la naginata cobró gran fama y su uso se generalizó pasando a formar parte del arsenal de casi todas las familias de samurais.



Uso moderno de la naginata


Como arma individual era tremendamente versátil ya que con ella se podía golpear, apuñalar y acuchillar al rival pero nunca fue empleada para equipar a la infantería ni para crear grandes unidades de lanceros ya que su tamaño no lo permitía y de hecho ese fue el motivo por el que fue sustituida por el yari.

El Naginatajutsu es el estilo de lucha propio de esta espada larga y aunque su conocimiento estuvo cerca de perderse cuando el yari le quitó protagonismo las damas de la corte lo adoptaron como disciplina de defensa y gracias a ello ha llegado hasta nuestro días en disciplinas marciales como el Koryu Budo o Kubudo.

Los samuráis usaron la naginata hasta finales del siglo XVI y la última narración escrita que se tiene de ello es la del sitio de Ulsan (Corea 1598) donde si dice que Reizei Motomitsu volteava su naginata como si fuese la noria de un molino.



Una dama bushi con su naginata


Nota: Toda mujer Bushi era entrenada en el uso de la naginata y cuando se casaba con un samurai llevaba consigo su arma como muestra de su estatus. Si el samurai tenía la Katana para acudir a la guerra ella tenía la naginata para defender el hogar en su ausencia y aunque muchos ven a la mujer japonesa de la era feudal como un ser sumiso e indefenso no lo era. Una mujer ágil y bien entrenada podría repeler, y de echo así solía suceder, a un pequeño grupo de bandidos si estos intentaban irrumpir en su morada.

III.- El mochi yari y el naga e yari

El yari es una evolución “lógica” de la naginata y sus diferencias con esta son que la hoja suele ser recta, más fina y ligeramente más corta y el mango algo más largo. El conjunto raramente pasa de los cuatro metros y aunque es menos versátil que su antecesora su uso se generalizó en el siglo XV entre otras cosas porque era igualmente útil para la caballería y para la infantería.

La hoja se une al mango gracias a una larga pieza llamada nakago que penetra dentro del mango que luego es reforzado por un trenzado de cuero y fijado por una pieza metálica denominada mekugi.

Los samuráis se referían a este arma como mochi yari y aunque existen ilustraciones que parecen indicar que también se usaba como jabalina lo normal era que el samurai se pusiese de pie sobre los estribos de su caballo y la emplease para apuñalar a sus enemigos.

Durante el siglo XVI el uso de la infantería se generalizo y los ashigaru fueron reclutados de forma masiva y entrenados con profesionalidad para formar un ejercito disciplinado al que se dotó de un nuevo tipo de yari mucho más largo al que se denominó naga e yari. Los pelotones de ashigarus usaban los naga e yari para enfrentarse a la caballería una vez que el cruce de disparos inicial (Arcos y arcabuces según la époco) había cesado.

IV. – Tantos nombres como formas.

Aunque he dicho que el mochi yari tenía la hoja recta en lugar de curva lo cierto es que no tardaron en aparecer formas muy diversas para este elemento y podemos afirmar que cada clan tenía un yari diferente tanto en su longitud como en la forma de su hoja.

Cada tipo de hoja daba un nombre distinto al yari y así teníamos desde el tsuki yari que tiene forma de media luna hasta el Kagi yari que termina en ángulo recto. Citarlos todos sería tan largo como innecesario de modo que me limitaré a mostraros el kama yari que es uno de los modelos más elegantes que se exhibieron en combate y que era el favorito del legendario Kato Kiyomasa



Kama yari



© Coronel Nathan Kurtz (JFM - 2007)
Probhibida la reproducción de este artículo

lunes, 2 de julio de 2007

Fabricación de la katana


I.- Introducción

Cuando hablamos de la fabricación de la katana no debemos hablar de herreros sino de maestros artesanos ya que el proceso de elaboración de estas armas se asemeja en muchos aspectos al de una ceremonia religiosa. El protocolo es siempre el mismo y todo esta medido hasta el más mínimo detalle y se le rodea de misticismo.

El proceso se iniciaba con un material bastante pobre y fruto del trabajo del maestro se obtenía un arma que era resistente a la vez que flexible y producía uno de los cortes más extraordinarios que se han visto jamás. Si, puede que las katanas de maestros célebres como Masamune o Muramasa no fuesen tan duraderas como las europeas, pero ninguna otra arma de filo ha conseguido nunca acercarse a su calidad de corte.





Katana Masamune


El sistema empleado para dar a la katana las cualidades antes descritas ha sido documentado con bastante detalle pero hay aspectos que nunca llegaremos a conocer ya que entran de lleno en el terreno del “secreto profesional” y murieron con los grandes maestros o con sus alumnos más aventajados. Pese a ello podemos describir el proceso general de fabricación y eso es precisamente lo que pretendo hacer en este artículo.

Describiré el proceso de forma sencilla y paso a paso para que el lector se haga una idea del mismo pero no entraré en detalles excesivamente farragosos ni incorporaré a la explicación los mitos y leyendas que hay sobre temas como el plegado del acero. El resultado no será un trabajo escrupulosamente detallado del proceso pero podrás seguirlo con facilidad y hacerte una idea general del mismo cosa que no se consigue con otros textos que circulan por hay. Ya me dirás si lo consigo ;)

II.- La tatara y el tama hagane

El hierro es la materia prima usada en la fabricación de las katanas y se obtiene, como es lógico, a partir del mineral de hierro. Se trata de una materia prima que contiene muchas impurezas y cuyas propiedades son bastante pobres de modo que el primer paso es convertir ese hierro en algo más resistente, en acero.

El acero es una aleación de hierro y carbono siendo el porcentaje de este último inferior al 2% y para conseguirla los herreros japoneses sumergían el satetsu, mineral de hierro, en carbón vegetal incandescente obtenido a partir de madera de pino. La mezcla de estos dos elementos se realizaba en el interior de un horno de arcilla conocido como tatara en un proceso largo y laborioso que ocupaba a unas 5 personas durante aproximadamente cuatro días. Al finalizar este periodo la tatara era destruida y de su interior se extraía el ansiado acero que los japoneses llamaban tama hagane.

La tatara tenia una altura de 360 cm y un ancho y un fondo de 120 y en su interior se calentaban 10 toneladas de satetsu y 12 de carbón vegetal para obtener 2,5 de tama hagane y esto da una idea del trabajo que suponía esta primera fase de la fabricación.





Recreación de una tatara.



III.- El uagane y el shingane

El tama hagane obtenido se fraccionaba en trozo más manejables y se calentaba y aplastaba a golpe de martillo creando diversas láminas de acero que se colocaban unas sobre otras en un montón y se cubrían con arcilla y polvo de pierda de amolar. El resultado final del proceso eran uno trozos de material de unos 12 cm de largo, 14 de largo y 2 de grosor que se emplearían para la fabricación de la hoja de la katana.

La katana debía ser resistente pero también flexible y eso obligaba a usar dos tipos de material que los japoneses llamaban uagane y shingane. El primero daba la dureza y se empleaba en el exterior y el segundo daba la flexibilidad y quedaba en el interior.

Ambos eran obtenidos del mismo tama hagane y eran plegados y forjados varias veces hasta conseguir una pieza más fina y compacta. Esta forja requería que el material fuese calentado golpeado y vuelto a calentar infinidad de veces y la diferencia en las propiedades venía dada porque el shingane era expuesto mas veces y durante más tiempo al aire para que se enfriase.

Una vez obtenidos el uagane y el shingane estos debían ser unidos y esto se podía hacer de dos formas. Una, la mas sencilla, consistía en colocar una lamina de shingane de menor tamaño sobre otra de uagane mayor. Otra, más laboriosa pero más eficaz, consistia en crear una lámina de uagane en forma de un U y colocar dentro de ella el shingane envolviéndolo como si fuese un librillo.

La mezcla de uagane y shingane se trabajaba calentando, golpeando y enfriando lentamente hasta darle la forma definitiva que además de curvada era mucho más fina en la zona del filo que en la del contrafilo. Esta parte del proceso era muy delicada y requería la eliminación de cualquier impureza y el uso de un rascador que se pasaba constantemente sobre la superficie.

Una vez conseguida la forma definitiva la hoja se afilaba y pulía quedando lista para una de las fases más importantes y complicadas el templado.

IV.- El yakiire y el hamon

Para realizar el templado o yakiire toda la hoja de la katana se cubría con una pasta de arcilla bastante espesa, yakibatsuchi, que una vez aplicada era retirada con esmero de la parte del filo. Si la arcilla había sido aplicada de modo uniforme y no tenía grietas cuando la hoja era sometida a grandes temperaturas solamente la parte que había quedado descubierta de arcilla quedaba templada.






Aplicación moderna de la capa arcillosa.


La temperatura optima para el templado se situaba entorno a los 750º pero si esta superaba los 800º la hoja quedaba inservible porque a esa temperatura el acero se expande. Estas temperaturas de forjado además de dar dureza creaban una curvatura natural en la hoja aunque esta no era tan pronunciada como la que se requería y eran los maestros las que la obtenían de modo artificial y base de golpes.

El hamon o línea de templado quedaba claramente marcado en la hoja y su forma dependía de la forma en que se hubiese retirado la arcilla. Una de las formas más usuales era la denominada notare que creaba un dibujo ondulado pero también las había rectas y con forma de dientes de sierra.

Aunque no me detendré en explicarlas profundamente es importante decir que el empleo del yakibatsuchi en el templado crea dos tipos de partículas denominadas nie y nioi. Si conviene saber que viendo ambas partículas un experto puede determinar la calidad de la espada y que para ello debe colocar la katana en un ángulo de entre 20º y 30º respecto al foco de luz. Esto es así porque las partículas del nie son mucho mayores que las del nioi que solo pueden verse cuando refractan la luz en ese ángulo.

La próxima vez que veáis a un experto mirar el filo de una katana en ese ángulo sabréis que no mira si está o no afilada sino la calidad del nioi ;)

V.- El pulido.

En una primera etapa se retiran los restos de incrustaciones empleando para ello piedras de desbaste muy abrasivas y siendo este el momento para producir esa curvatura artificial de la hoja de la que hablaba antes. Esto se consigue calentando el contrafilo de la katana y presionando contra un bloque macizo de cobre siendo la pericia y la experiencia del artesano los únicos elementos que garantizan un buen resultado final

El proceso de pulido continua empelando nuevas piedras cada vez mas finas hasta llegar a una fase final que ha fecha de hoy desconocemos ya que estaba sumida en el más profundo de los secretos. Solo el maestro artesano y aquel discípulo al que elegía para sucederlo estaban presentes en esta fase y apenas hay documentación fiable sobre ella. Baste saber que al final del oscuro proceso la línea de temple quedaba muy visible y que la espada podía afiliarse hasta conseguir una superficie de corte que no ha sido igualada.

VI.- Montaje final y prueba

Aunque mucha gente cree que el mango y la hoja son dos partes diferentes no es así. La Katana es una sola pieza de metal que en su parte de la empuñadura está cubierta por distintas partes (ver el articulo anterior) y por un cordaje que permite manejarla con comodidad. Si el mango el filo fuesen dos partes distintas la espada se rompería con gran facilidad fruto de la vibración de los golpes y pro eso se hace de una sola pieza.

La creación del mango o tsuka y la de la vaina daría para otro largo texto pero obviaré ambos y me centraré en el momento en el que el artesano entrega la katana a su cliente y este tiene derecho a probar su eficacia antes de abonar el servicio prestado.

El modo más habitual para probar la espada tras su reconocimiento visual (hay que mirar el nioi ;) era asestar un golpe sobre una estructura creada con una caña de bambú alrededor de la cual se habían atado diversos juncos. Si la espada era buena el conjunto de junco y bambú era seccionado con limpieza y sin emplear excesiva fuerza y era el momento de realizar el pago.

En ocasiones se probaba el corte sobre algún cadáver e incluso sobre algún reo vivo pero esto era mucho menos usual pese a que aparece así descrito en muchos textos supuestamente documentados. Esta práctica apenas se uso entre otras cosas porque cuando los presos se enteraban de que se iba a realizar una prueba de estas se la panza de piedras y cuando eran cortados en dos la espada podía quedar dañada por ellas.

El precio de una buena katana, especialmente la de grandes maestros como los citados en la introducción, era muy elevado y eso las convertía en uno de los regalos más apreciados que podía hacer un daimio a uno de sus hombres. Recibir una katana de manos de tu señor, y las posesiones que solían ir aparejadas, era un tremendo honor que todo samurai deseaba alcanzar.

VII.- Bibliografía

Para saber más sobre las espadas japoneas puedes acudir a:

Smauráis de Stepehn Turnbull
Los Samurais de Anthony J. Bryant
The Samurai Sword de John Yumoto
The Arts of the Japanese Sword de Robinson


© Coronel Nathan Kurtz (JFM - 2007)
Probhibida la reproducción de este artículo

jueves, 28 de junio de 2007

La espada del samurai

I.- Introducción.

La espada, según la época el sable, ha sido considerada “el alma del samurai” y podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que es el símbolo que más claramente representa a estos guerreros de leyenda. Sin embargo, y como ocurre con otros elementos de la cultura japonesa, en occidente tenemos una idea muy errónea de este arma y mezclamos realidad y mito alejándonos así de la verdad.

Lo que llamamos vulgarmente katana es en realidad un modelo muy concreto de sable llamado Oda Nobunaga en honor al Shogun que la popularizó y aunque es uno de los modelos más esbeltos y eficaces antes y después de él la variedad de espadas y sables es tan amplia como rica.

II.- Las primeras espadas.

La espada no ha sido siempre el arma principal del soldado japonés y de hecho durante la mayor parte de la historia bélica del Japón este tipo de arma no estuvo presente en el campo de batalla y el peso del combate recayó sobre el arco y la lanza.

Como ocurre con otros elementos de la cultura nipona fueron los chinos y los coreanos los que introdujeron las primeras espada en la isla del sol naciente. Se las conocía entonces como “destripadoras de caballos” porque se empleaban sobretodo para desventrar las monturas del enemigo y para amputarles las patas.

Fruto de la copia, inspiración si se prefiere, surgieron las denominadas “Espadas de cabeza de mazo” y “Espadas coreanas”. Ambas fueron empleadas por los soldados yamato (se le llama así por pertenecer a una vieja provincia japonesa de idéntico nombre) y eran muy similares ya que las dos eran rectas y se llevaban dentro de vainas forradas de cobre y decoradas con repujados. Su única diferencia, y lo que permitía diferenciarlas, estaba en la empuñadura ya que las primeras terminaban en forma de bulbo y las segundas lo hacían en forma de argolla que en ocasiones incluía la cabeza de algún animal.

La longitud de estas primeras espadas podía ir desde los 60 a los 120 cm. sin embargo la medida más frecuente era 90 cm. De todos modos, y pese a que no tardaron en imponerse como arma principal para el combate su diseño no era el más adecuado y planteaba grandes problemas cuando se empleaba desde el caballo motivo por el cual no tardó en buscarse un nuevo diseño.

III.-El tachi y la katana

Al ser de hoja recta cuando las espadas antes citadas impactaban, ya fuera sobre un enemigo o sobre un objeto, se solían quedar empotradas y aunque se aferrasen con fuerza el jinete podía perder el arma con relativa facilidad quedando así indefenso. Para evitarlo se empezaron a usar hojas curvas en lugar de rectas ya que estas permitían dar tajos mortales (golpes ortogonales) que no generaban bloqueos..

Las nuevas armas además de ser curvas tenían un solo filo y aunque en un primer momento se las asoció con los guerreros emishi, un grupo bárbaro que habitaba la región noreste de Honshuu, su uso se extendió con gran rapidez dando lugar al tachi, el arma samurai más clásica.

El tachi colgaba del cinturón con el filo hacia abajo y para desenvainarlo hacia falta emplear las dos manos y dado que eso obligaba al samurai a dejar su arco en manos de algún asistente los maestros-artesanos armeros no tardaron en estudiar nuevas formas y tamaños.

Una de las ultimas evoluciones del tachi fue la katana que además de ser más corta y ligera que el primero ya no se llevaba con el filo hacia abajo sino hacia arriba y en lugar de ir colgada del cinturón, como era norma con el tachi, iba metida dentro de él.

Estos cambios, en apariencia sutiles, permitían al samurai asestar golpes según sacaba la katana de su vaina y esa era una ventaja enorme que no tardó en ser explotada y de hecho más de un guerrero se especializó en este tipo de acción.

IV.- El Wakizashi y el tanto

Cuando el samurai vestía, digámoslo así, ropa civil, llevaba sujetas en su cinturón y con las empuñaduras asomando sobre el la katana y el Wakizashi. Al conjunto se le denominaba daishô (la larga y la corta) y aunque muchos creen que el Wakizashi era empleado para el seppuku (hara-kiri) no es cierto.

El wakizashi apareció entrado ya el siglo XVI y es similar a la katana pero de menor tamaño (entre 30 y 60 cm) y era usado para el combate en espacios reducidos, por ejemplo dentro de edificaciones con techos bajos, o cuando la katana se partía o se mellaba durante el combate cosa que, en contra de lo que pueda pensarse, ocurría con relativa frecuencia.

El samurai raramente se separaba del Wakizashi y cuando estaba en lugar seguro, por ejemplo en sus aposentos particulares, solía dejar la katana en un peana a la entrada pero llevaba consigo el Wakizashi e incluso lo dejaba junto a su lecho.

El tanto, al que podíamos calificar como daga, sustituía al wakizashi cuando se llevaba armadura y se empleaba para el combate cuerpo a cuerpo, para degollar a los enemigos mal heridos y para actos rituales de honor como el ya mencionado seppuku.

Mucha gente piensa que el tanto era usado también para el yubitsume, ritual en el que alguien se corta el dedo meñique como muestra de sumisión y respeto pero no es cierto. El yubitsume es una práctica propia de la yakuza (mafia japonesa) y su origen esta en sus predecesores los bakuto, jugadores itinerantes que en ocasiones admitían como pago alternativo la amputación de un dedo. La razón por la que se amputaba el meñique y no otro dedo es que este no es necesario en el manejo de la espada y su perdida no merma la capacidad combativa de su propietario.

V.- Partes de la katana.

Los japoneses son muy dados a poner nombre a todas y cada una de las partes de un elemento y eso hace que la katana tenga unos 25 términos diferentes (muchos más si hablamos también de la vaina). Memorizarlos, y en algunos casos incluso de localizarlos, es difícil y si me apuras incluso innecesario y por eso me centraré en los más importantes y os los mostraré con la ayuda de dos imágenes que os servirán para identificarlas. El motivo por el que usaré dos imágenes en lugar de una es que tataré por separado lo que es la hoja y lo que es la empuñadura o tsuka ya que esta diferencia es fundamental para los japones.

a) Las partes de la empuñadura.

Tsuka Kashira
: Pomo, parte final de la empuñadura

Tsuka Ito: Encordado del mago. Su función era proporcionar más agarre en las manos y su forma es casi siempre la misma y deja huecos romboides.

Menuki: Aplicaciones metálicas decorativas de formas diversas que se colocaban usualmente en la zona media del mando y a ambos lados de este.

Fuchi Gane: Parte del mango que se unía a la guardia o Tsuba.

Tsuba: Guardia que protegía la mano si se cruzaba el sable con el de un oponente y este resbalaba hasta la empuñadura. Podían ser redondeos ovalados e incluso cuadrados tanto macizos como con aberturas y era usual que estuviesen decorados con animales, flores e incluso símbolos de los distintos clanes (mon).

Habaki: Suele ser de latón o de cobre y acostumbra a ir cubierto por una fina lámina de oro o de la plata. Aunque se trata de un elemento que no llama la atención es el “alma de la katana” ya que garantiza el correcto ensamblaje de las distintas partes.




b) las partes del “filo”

Hamon: Línia de templado de la katana. El mas usual es el que tiene forma ondulada y se le conoce como Notare

Ha: Filo, línea principal de corte.

Hada: Pliegues formados durante el forjado de la katana. Se pueden observarse si se mira con detenimiento y basándose en lo observado, líneas y granulado, se puede determinar si se trata de una buena o un mala espada.

Kissaki : Punta de la katana.

Yokote: línea que separa la punta (kissaki) del resto de la hoja.

Hi: Acanaladura de la espada.

Mune: Parte contraria al filo, contrafilo.





VI.- Bibliografía.

Para realizar este artículo se han consultado entre otros muchos los siguientes libros:


  • "Samuráis" de Stephen Turnbull

  • "Samurai Warfare" de Stephen Trunbull

  • "Los Samurási" de Anthony J. Bryant



© Coronel Nathan Kurtz (JFM- 2007)
Prohibida la reproducción de este artículo.

lunes, 25 de junio de 2007

La Dama Blanca (4º parte - final)

El largo paseo estaba resultando muy tranquilo y Takeshi empezaba a arrepentirse de haber cogido su katana. “Eres un viejo loco” se repetía una y otra vez mientras movía la cabeza y sonreía.

Fue al pasar por una pequeña loma cuando lo escuchó por primera vez y aunque al principio creyó que era el viento arrancando quejidos a los abetos al prestar atención percibió el lejano grito de una mujer y supo que algo malo pasaba.

El viejo samurai apretó el paso y se dejó guiar por los gritos hasta llegar a un claro donde descubrió a tres hombres de gran estatura y poblada barba que intentaban abusar de una jovencita. “Estos canallas deben ser esos que llaman portugueses” pensó el viejo samurai al que semanas atrás un comerciante le había contado que el Daimio estaba negociando con unos extranjeros la compra de unas sorprendentes y mágicas armas que rugían como el trueno.

Takeshi desenvainó la espada y corrió hacia los portugueses que pese a oírlo llegar apenas tuvieron tiempo de reaccionar y fueron abatidos con sencillos pero eficaces tajos. Fue entonces, al ver el kimono rasgado y el pequeño y frágil pecho cuando se dio cuenta de que la victima no era una jovencita sino una niña que apenas alcanzaba los 13 años.

- Malnacidos – Exclamó el samurai mientras con un amoroso y casto gesto recogía el kimono de la niña y usaba el cordón de su casaca para evitar que este se abriese exponiendo de nuevo su desnudez.

Takeshi sentó a la niña en una roca cercana y le preguntó si estaba bien. La niña asintió pero tras pasar la mano por su cintura varias veces en busca de algo que no consiguió encontrar empezó a llorar y dijo - He perdido la flauta que me regaló mi hermana –

- Yo la buscaré pero no te muevas de aquí – Dijo el samurai y empezó a inspeccionar la zona alejándose cada vez más de la niña pero volviendo la vista con frecuencia para comprobar que seguía sana y salva.

Encontró la flauta detrás de unas matas junto al cuerpo de otra joven que yacía sin vida tendida boca abajo. “No. No puede ser ella” se dijo Takeshi al comprobar que tanto la pequeña flauta de madera como el Kimono con flores de cerezo eran idénticos a los que llevaba la joven ciega que le había entregado el amuleto hacía ya más de doce años.

Con pulso tembloroso giró el cuerpo y vio que se trataba de ella y que estaba exactamente igual que cuando la vio por primera vez. Un mar de dudas y temores le asaltaban pero había cosas importantes de las que ocuparse. Tenia que llevar a la niña con los suyos y debían regresar al lugar con prontitud para procurar un digno descanso a la fallecida antes de que anocheciese de modo que regresó con la niña.

- No te lo quites y te protegerá - Dijo el viejo samurai colgando el amuleto en el cuello de la niña y tras preguntarle donde vivía la llevó con los suyos.

Esa noche Takeshi apenas durmió y nada más despuntar el día salió a contemplar el amanecer mientras pensaba en todo lo que había sucedido. Fue entonces, nada mas salir al porche, cuando escuchó el sonido de un trueno y sintió un dolor agudo en el pecho. Su casaca tenia un pequeño orificio y sentía la tibia sangre llenando su pecho y sin entender que había pasado se desplomó sin vida sobre la fina tarima.

-Y esto por mis compañeros – Dijo el rudo portugués que acaba de dispararle con un mosquetón y tras dar una gran patada en la cara del samurai escupió sobre él.

Las flores de cerezo caían cadenciosas mientras Akiko se acercaba a su marido. – Por fin has llegado Takeshi – Dijo ella y se acurrucó en sus fuertes brazos haciendo que tras muchos años el gastado guerreo volviese a sentir la dicha de ser verdaderamente feliz.

© Coronel Nathan Kurtz (JFM - 2007)
Probhibida la reproducción de este relato

TÉRMINOS Y NOMBRES JAPONESES.

Akane = Niña enojada
Akiko = Niña de otoño
Daimio = Señor feudal
Jimboari = Casaca que se coloca sobre la armadura
Junko = Niña pura
Kami = Dios
Katana = Sable samurai
Kenji = Sano
Koku = Medida de riqueza /paga
Seiza = Posición arrodillada
Sôhei = Monje guerrero
Suzume = Gorrión
Tachi = Sable samurai
Takeshi = Hombre Fuerte
Ume = Ciruelo
wakizash = Sable corto
Yari = Lanza (no arrojadiza